El catarro y la otitis media son las patologías más comunes en colegios y guarderías

Hemos dejado atrás el verano y con la llegada del otoño hemos dicho adiós a las vacaciones y dado la bienvenida a los madrugones y el estrés. Además, el retorno al colegio incrementa el riesgo de enfermedades infecciosas, especialmente en la temprana infancia y devuelve a padres, profesores, cuidadores y profesionales de la salud infantil a la misma realidad de todos los inviernos.

Hay dos factores que se combinan para explicar esta aparente explosión de fiebres, toses y síntomas diversos que asolan a los más pequeños con el inicio del otoño. Por un lado, la fragilidad inmunológica derivada de un sistema de defensa en desarrollo, ya que la producción de ciertas inmunoglobulinas, los anticuerpos que luchan contra los microorganismos que penetran en nuestro cuerpo y la conformación de una microbiota autóctona saludable no muestran un desarrollo completo hasta los 2 a 4 años. 

La microbiota es el conjunto de microorganismos que viven de forma simbiótica dentro del ser humano y que ejerce una influencia capital en el desarrollo y buen funcionamiento de los sistemas de defensa especialmente en las mucosas. Por otro lado, el contacto cercano, que se establece fundamentalmente en las guarderías, facilita la transmisión oral, respiratoria y a través de objetos (juguetes, chupetes, pacificadores o dudús) entre los más pequeños.

¿Cuáles son las patologías más comunes?

Los catarros, caracterizados por la presencia de síntomas tales como congestión nasal y mucosidad, son la enfermedad más frecuente. Los microorganismos más comúnmente implicados son los rinovirus, adenovirus y ocasionales coronavirus de la misma familia que el Covid-19. De hecho, los niños que acuden a la guardería tienen una media de 8 a 12 episodios al año como publica la Asociación Española de Pediatría (AEP) y, en muchos casos, dichos episodios pueden complicarse con infecciones de vecindad tales como la patología del oído, de los senos paranasales o de las vías respiratorias inferiores.

La otitis media se caracteriza por la ocupación por líquido de las cavidades del oído medio y, en la mayoría de los casos, viene precedida por un catarro común. Si este líquido es purulento, en el caso de la otitis media aguda (OMA), la clínica es típicamente infecciosa y se caracteriza por la presencia de dolor en el oído (otalgia), irritabilidad en los más pequeños, fiebre y, en ocasiones, supuración a través del conducto auditivo externo (otorrea). Si, por el contrario, el líquido es de tipo no purulento o seroso, se denomina otitis media serosa (OMS) y su clínica más importante es la aparición de una pérdida de audición leve o moderada.

La OMA es la segunda enfermedad más frecuente en la infancia sólo por detrás de las infecciones del tracto respiratorio superior. Entre un 50-85% de los niños sufren al menos un episodio en sus primeros tres años de vida y hasta en un 15-30% de los casos estos episodios se repiten más de tres veces al año siendo de esta forma responsable de casi un tercio de las prescripciones antibióticas en los niños menores de 4 años.

La OMS es la causa más frecuente de pérdida auditiva fluctuante en la infancia. La ocupación por secreciones de la cavidad del oído medio impide que la cadena de huesecillos transmita el sonido desde nuestro alrededor al oído interno. Aunque el grado de hipoacusia no es excesivamente severo en la mayoría de los casos, acontece en un momento crucial en el desarrollo del habla y del lenguaje del niño. Desde el nacimiento hasta los 2 años nuestro cerebro auditivo muestra el periodo de mayor plasticidad neural. Dicha plasticidad se sustenta en la formación de conexiones sinápticas entre las neuronas como respuesta al estímulo sonoro de la voz humana. Cuando este estímulo se ve disminuido la adquisición de los fonemas que conforman el lenguaje se ralentiza originando retrasos del neurodesarrollo.

¿Qué podemos hacer para evitarlo?

En los últimos tiempos se han desarrollado nuevas estrategias en un intento de disminuir la aparición de enfermedades infecciosas en la infancia temprana, especialmente con el inicio de los colegios y guarderías. El mantenimiento de unas correctas medidas higiénicas, que tan útiles se han mostrado en la pandemia por Covid-19, es una medida barata y eficaz para impedir la propagación de enfermedades infecciosas en el ámbito escolar.

Actualmente, es común que los niños acudan con un dudú a las escuelas. El dudú hace referencia al primer peluche o manta que va a tener el bebé y es frecuente que los niños acaben creando un vínculo emocional con el mismo. Algunos estudios han demostrado que los niños usuarios de dichos elementos de apego tienen el doble de riesgo de infectarse que los que no lo usan. Es importante limpiar y lavar repetidamente, incluso tener repuesto, dicho peluche o manta para minimizar la transmisión sin menoscabar la sensación de acompañamiento, confianza y protección que le aporta al niño su elemento de apego.

Otras estrategias han ahondado en el fortalecimiento del sistema inmune. El empleo de betaglucanos y la suplementación con minerales y vitaminas, especialmente vitamina D, pueden ayudar a los niños a disminuir el riesgo infeccioso. Varios estudios han demostrado como la dieta, la contaminación, el tipo de parto y la presencia de la lactancia materna pueden condicionar el correcto desarrollo de una microbiota saludable y protectora.

De especial interés es el desarrollo de probióticos con efecto inmunomodulador. Los probióticos son bacterias que, administradas al ser humano, producen un efecto beneficioso en el mismo al integrarse dentro de la microbiota residente. Dentro de este grupo la cepa de Streptococcus salivarius K12 se ha mostrado eficaz en la prevención de otitis, amigdalitis y bronquitis en la infancia.

Para finalizar, es importante recordar que debemos ser responsables y evitar que los niños acudan al colegio cuando creemos que están enfermos, aunque suponga en ocasiones un problema de difícil solución en el ámbito laboral y familiar.

Probióticos orales compuestos por la cepa Streptococcus salivarius K12 y vitamina D