Vuelven las faringitis de nuevo

Vaya, parece que el otoño y el invierno están haciendo de las suyas. Ya están de vuelta las faringitis y amigdalitis de todos los años. Bueno, de todos los años hasta que apareció COVID-19. Desde entonces, la incidencia de esas infecciones, por lo general leves, había disminuido notablemente. Por eso quizá se nos habían olvidado.

Tras la eliminación del distanciamiento social, del uso de las mascarillas y de los aforos en locales públicos hemos vuelto a nuestras costumbres habituales de socialización, por lo que hemos comenzado a observar un incremento en la frecuencia de infecciones respiratorias habituales en épocas prepandémicas en nuestras latitudes. Mientras que durante el periodo de utilización de las medidas de protección frente a COVID-19 la incidencia de las enfermedades respiratorias disminuía (1-3) y, en concreto, la de las faringitis y amigdalitis (4-6), tras la eliminación del uso obligatorio de mascarillas comienza a incrementarse el número de casos de esas enfermedades respiratorias habituales, especialmente en niños (7). En Canadá, muy recientemente, se ha podido comprobar un incremento de 10 veces en el número de hospitalizaciones de niños menores de 16 años por gripe para el mismo periodo del año en el sexenio 2014-2019 (previo a la pandemia) y de 200 veces respecto del año anterior en el que todavía había que utilizar medidas de protección para evitar la transmisión de COVID-19 (8).

Es decir, que aquellas medidas que permitían evitar la adquisición de COVID-19 también impedían la adquisición de otras enfermedades de transmisión aérea y, al haber transcurrido dos temporadas sin una exposición habitual a esos agentes, parecen volver con más fuerza.

¿Cómo podemos evitar estas infecciones que comienzan a ser de nuevo frecuentes?

Podríamos argumentar que una mascarilla a tiempo no es perjudicial y sí preventiva, pero todos deseamos volver a nuestra vida de antes y prescindir de ellas. Sin embargo, su uso en el transporte público o en los centros sanitarios, como aún es obligatorio, es una buena medida, y sería muy aconsejable su utilización en aquellos eventos en los que se prevén aglomeraciones. Un aspecto positivo que hemos podido sacar de esta terrible enfermedad es que los sistemas de renovación del aire en interiores han recibido la atención que precisaban.

Otra medida para evitar la adquisición de esos patógenos habituales es la vacunación. En el calendario vacunal obligatorio tenemos algunas que evitan el contagio de determinados patógenos bacterianos a través del tracto respiratorio como son el neumococo, la difteria, la tosferina o el meningococo (9). En el caso de los virus, las vacunas frente a la gripe son muy eficaces anualmente, y frente a otras enfermedades víricas, como la bronquiolitis, existe una vacuna en la última etapa de ensayos clínicos con una buena capacidad protectora (10). Además, frente a esta última enfermedad también se ha comercializado recientemente un anticuerpo monoclonal que disminuye la gravedad de los síntomas en recién nacidos y las frecuentes hospitalizaciones (11).

¿Tenemos alternativas frente a infecciones recurrentes para aquellos patógenos frente a los que no hay vacunas disponibles?

 Naturalmente que sí y, en muchas ocasiones, dependen exclusivamente de nosotros. Nuestros tejidos están habituados a resistir el ataque de patógenos estacionales ya sea mediante mecanismos inespecíficos o específicos. Dentro de los mecanismos inespecíficos o inmunidad innata presentes en las mucosas orales y faríngeas nos encontramos con lapropia estructura del epitelio de las mucosas orales y nasofaríngeas, que constituye una barrera similar a la muralla de la fortaleza que los soldados quieren atravesar. La secreción de moco, que permite mantener una humedad y temperatura constantes en el epitelio, atrapa partículas y microorganismos impidiendo que desciendan hacia el interior del aparato broncopulmonar con la ayuda del movimiento de los cilios de sus células y expulsándolas ya sea por expectoración o por deglución. Además, determinadas células especializadas en esa mucosa secretan antibióticos propios, defensinas o catelicidinas, e, incluso, existen diversos tipos de células que reconocen a patógenos frecuentes, algo así como los policías que patrullan, identifican y controlan a los sospechosos habituales en las calles.

Por último, y aunque hasta recientemente no se ha tenido en cuenta, los grupos de microorganismos que viven sobre la mucosa oral y faríngea sin producir daños, la microbiota normal, contribuyen a dificultar la adhesión de posibles patógenos ya sea por ocupación de los epitelios, por consumo de los nutrientes disponibles o eliminándolos mediante diversas estrategias químicas. A este fenómeno se le ha denominado antagonismo microbiano.

La composición de la microbiota es variable y depende de muchos aspectos relacionados con la nutrición de las personas, su estado de salud y las circunstancias socioeconómicas que les rodean. Esta microbiota evoluciona desde el mismo instante del parto y, por tanto, es distinta según va madurando nuestro organismo al crecer. Si al principio de la vida está influida por la propia microbiota de la madre que adquirimos por la alimentación y el contacto, conforme las personas vamos relacionándonos con el mundo exterior vamos adquiriendo nuevos microorganismos que sufren uno de estos tres procesos: adaptación a los distintos ecosistemas que hay en nuestro cuerpo, permaneciendo en él, eliminación al no ser capaces de prosperar, o proliferación produciendo una enfermedad al ser capaces de derrotar a las defensas de nuestro organismo.

Cada lugar en el que permanecemos un cierto tiempo deja una marca en nuestra microbiota que puede ser permanente o transitoria. Algunos de esos espacios han sido relacionados con la adquisición de determinadas patologías y, volviendo al caso de los niños, se ha demostrado que la asistencia a guarderías incrementa la posibilidad de adquirir infecciones respiratorias como las faringitis y faringoamigdalitis, y que, cuanto menor es la edad de ingreso en una guardería, mayor es la frecuencia con la que los niños las desarrollan a partir de entonces (12). El agente bacteriano más frecuente en esas faringitis y faringoamigdalitis estacionales de invierno y primavera de niños de entre 5 y 15 años es Streptococcus pyogenes, o estreptococo del grupo A (13), mientras que en niños menores de 4 años y adultos son más frecuentes las causas víricas (14). Sin embargo, debemos seguir llevando a los niños a las guarderías: necesitamos socializar para madurar como personas, al igual que nuestra microbiota madura también con nosotros para responder a los ataques de los patógenos.

Pero, ¿de dónde proceden los microorganismos que colonizan o infectan la faringe?

Los primeros años de la vida de los niños se caracterizan por una exploración del mundo utilizando las manos y, en muchas ocasiones, la boca. Eso hace que prácticamente cualquier microorganismo presente en cualquier superficie pueda acabar literalmente en ella y, finalmente, en la faringe. Además, los seres humanos inhalamos diariamente entre 8000 y 10000 litros de aire por término medio, el cual porta microorganismos que pueden, o no, encontrar un punto de anclaje en las mucosas expuestas a su paso.

 Si reforzáramos estas las primeras barreras que encuentran los microorganismos patógenos mediante una alimentación saludable y la protección de las mucosas orales y faríngeas, sobre todo frente a la desecación y los cambios bruscos de temperatura, prevendríamos gran parte de las infecciones que las afectan. Esa desecación puede provenir de una baja ingesta de agua, que reduce la producción de moco, o bien por una exposición al aire frío en estos meses del año en los que nos encontramos.

En la microbiota normal de la faringe y la nasofaringe las bacterias más abundantes y conocidas son los estreptococos y los estafilococos (15), microorganismos que son fácilmente portados por el aire y que son resistentes a la desecación. Si, además de las estrategias clásicas que acabamos de comentar, favoreciéramos el mantenimiento de una microbiota normal fomentando la presencia de algunas bacterias que han sido asociadas con una cierta resistencia a las infecciones respiratorias, como Streptococcus salivaris K12, entre otras, capaz de producir antibióticos y de inhibir la adhesión de algunos patógenos bacterianos de vías respiratorias (16), podríamos conseguir una combinación perfecta para evitar la aparición de estas patologías.

Por tanto, para concluir, una alimentación equilibrada, una hidratación apropiada, una higiene correcta y, en algunos casos, la utilización de algunos suplementos puede incrementar nuestra resistencia a las faringitis y faringoamigdalitis tan molestas y contagiosas en el periodo del año en que nos encontramos.

Referencias

  1. Reducción en Corea del Sur del número de pacientes tratados por enfermedades respiratorias en un 0,53% diario desde la instauración del uso obligatorio de mascarillas en el transporte público entre febrero y junio de 2020. (Mun S, Yang BR, Chang M. 2021. Changes in respiratory diseases in South Korea during the COVID-19 pandemic: an interrupted time series study. BMJ Global Health 6:e006912.)
  2. Reducción a una cuarta parte del número de casos de enfermedad invasiva neumocócica en Los Angeles en el periodo de junio 2020 a julio 2021 comparativamente con los años precedentes (van Groningen KM, Prabhu Gounder BLD. 2022. Declines in invasive pneumococcal disease (IPD) during the COVID-19 pandemic in Los Angeles county. J.Infection 85(2): 187-189.).
  3. Reducción en un 83% en el número de admisiones en 22 unidades de cuidados intensivos pediátricas en 4 países latinoamericanos entre enero y agosto de 2020 comparado con el mismo periodo de los años 2018 y 2029 debidas a enfermedades víricas o bacterianas (Vásquez-Hoyos P, Diaz-Rubio F, Monteverde-Fernandez N LARed Network, et al. 2021. Reduced PICU respiratory admissions during COVID-19. Archives of Disease in Childhood 106: 808-811.)
  4. Reducción en el número de casos de faringitis aguda en Pekín durante la pandemia. (Li A, Zhang L. 2022. Reduced incidence of acute pharyngitis and increased incidence of chronic pharyngitis under COVID-19 control strategy in Beijing. J.Infection 85(2): 194-195.)
  5. Reducción en el número de admisiones en los departamentos de otorrinolaringología de tres hospitales de Reino Unido por amigdalitis y abscesos retrofaríngeos y parafaríngeos en el periodo 2020-2021 comparado con 2019-2020 (Ear, Nose and Throat, ENT) (Quraishi N, Ray M, Srivastava R. et al. 2022. A multicentre retrospective cohort study on COVID-19-related physical interventions and adult hospital admissions for ENT infections. Eur Arch Otorhinolaryngol 279: 2671–2678.)
  6. Allen DZ, Challapalli S, Lee KH, et al. 2022. Impact of COVID-19 on nationwide pediatric otolaryngology practice: Adenotonsillectomies (TA) and tonsil-related diagnoses trends. American Journal of Otolaryngology, 43(5): 103526.
  7. En 2021, los 3 meses siguientes a la eliminación del uso de mascarillas en Israel mostraron un incremento en el número de infecciones respiratorias en la población especialmente en niños y de manera más acusada en la franja de edad de 0 a 3 años. (Amar S, Avni YS, O’Rourke N, Michael T. 2022. Prevalence of Common Infectious Diseases After COVID-19 Vaccination and Easing of Pandemic Restrictions in Israel. JAMA Netw Open. 5(2): e2146175.)
  8. Jones N. 2022-12-12. Flu causes huge spike in child hospitalizations in Canada. Nature. DOI: 10.1038/d41586-022-04408-7. Basado en el informe de la semana 48 de la Agencia de Salud Pública de Canadá (https://www.canada.ca/en/public-health/services/publications/diseases-conditions/fluwatch/2022-2023/week-48-november-27-december-3-2022.html).
  9. https://www.sanidad.gob.es/profesionales/saludPublica/prevPromocion/vacunaciones/calendario-y-coberturas/img/CalendarioVacunacion_Todalavida.jpg
  10. Pfizer Announces Positive Top-Line Data from Phase 3 Trial of Older Adults for its Bivalent Respiratory Syncytial Virus (RSV) Vaccine Candidate. 2022-08-25 (https://www.pfizer.com/news/press-release/press-release-detail/pfizer-announces-positive-top-line-data-phase-3-trial-older).
  11. The IMpact-RSV Study Group 1998. Palivizumab, a humanized respiratory syncytial virus monoclonal antibody, reduces hospitalization from respiratory syncytial virus infection in high-risk infants. Pediatrics 102 (3 Pt 1): 531-7. PMID: 9738173. Figueras-Aloy J & Carbonell-Estrany X. 2008. Utilidad del palivizumab en el recién nacido pretérmino. Anales de pediatría continuada 6 (5): 288-291.
  12. Sun Y et al. 2011. Early daycare attendance increase the risk for respiratory infections and asthma of children. Journal of Asthma 48: 790–796. de Hoog ML et al. 2014. Impact of early daycare on healthcare resource use related to upper respiratory tract infections during childhood: prospective WHISTLER cohort study. BMC Medicine 12: 107. Alexandrino AS et al. 2016. Risk factors for respiratory infections among children attending day care centres. Family Practice 33 (2): 161–166. Schuez-Havupalo L et al. 2017. Daycare attendance and respiratory tract infections: a prospective birth cohort study. BMJ Open 7: e014635. Ślęzak K et al. 2022. The impact of selected behavioural and environmental factors on the incidence of upper respiratory tract infections in Polish children. Pediatr Pol 97 (3): 176-182.
  13. Cots Yago JM et al. 2015. Guía clínica para el manejo de la faringoamigdalitis aguda del adulto. Farmacéuticos comunitarios 7(1): 20-31.
  14. Espadas Maciá D et al. 2018. Infección por Streptococcus pyogenes en la edad pediátrica: desde faringoamigdalitis aguda a infecciones invasivas. Anales de Pediatría 88 (2): 75-81.
  15. Man W et al. 2017. The microbiota of the respiratory tract: gatekeeper to respiratory health. Nature Reviews Microbiol 15: 259–270.
  16. Manning J et al. 2016. Investigation of Streptococcus salivarius-mediated inhibition of pneumococcal adherence to pharyngeal epithelial cells. BMC Microbiology 16, 225.