Nuestro cuerpo se encuentra, en su estado natural, colonizado por una gran cantidad de microorganismos que han encontrado en él el lugar donde establecer sus comunidades. Esta basta cantidad de seres vivos microscópicos (microbiota) aporta una importante carga genética y metabólica que puede ser aprovechada, en mayor o menor medida, por nuestro organismo.

 

De hecho, todas las especies animales han co-evolucionado a
la vez que los microorganismos que forman su microbiota, hasta alcanzar la composición, estructura y organización que podemos ver hoy en día.

Se estima que por cada 10 células humanas que forman nuestro cuerpo, viven en nosotros 13 bacterias.

En esta relación evolutiva entre la microbiota y su hospedador ha jugado un papel protagonista nuestra alimentación. Los alimentos tradicionalmente han sido de por sí una fuente de microorganismos que podían incorporarse a nuestra microbiota, especialmente los productos fermentados de forma natural como el yogurt, quesos, encurtidos, etc (primeros probióticos).

Debido a los procesos de industrialización y el mayor consumo de alimentos ultraprocesados, la cantidad y composición de nuestra microbiota ha sufrido grandes cambios en las últimas décadas, lo cual se ha asociado con una mayor incidencia de diferentes patologías como enfermedades digestivas, metabólicas y alérgicas.

Funciones de la microbiota en nuestro cuerpo

En nuestro cuerpo podemos encontrar diversas microbiotas, con diferente composición según las estructuras donde se encuentren.

Las microbiotas más diversas las podemos encontrar en el intestino, la piel, la cavidad oral y la cavidad vaginal.

¿Quieres conocer más acerca de las diferentes microbiotas y las funciones que realizan?