Abordaje terapéutico de la gastroenteritis aguda en niños, ¡descúbrelo!

La gastroenteritis aguda consiste en la disminución de la consistencia de las deposiciones o el aumento en su frecuencia, acompañada o no de fiebre y vómitos. Suele cursar, además de con dolor abdominal , síntomas catarrales (sobre todo si el origen es vírico), disminución del apetito y pérdida de peso. En ocasiones, fundamentalmente en el caso de patógenos invasivos, las deposiciones pueden presentar sangre, mucosidad y/o pus.

En nuestro medio, las causas más frecuentes son las infecciones víricas (Rotavirus, Adenovirus, Norovirus, …), seguido de las bacterianas (Campylobacter, Samonella, …) y parasitarias.

Los agentes causales provocan una inflamación de la pared intestinal que lleva a un aumento de la secreción y una disminución en la absorción de agua y electrolitos, lo que favorece la deshidratación.

El intestino además  está poblado por la microbiota, microorganismos vivos que actúan como barrera previniendo la colonización por microorganismos patógenos.

La mayoría de los casos de gastroenteritis aguda son leves o moderados. Suelen ser autolimitados, con una duración máxima de 7 a 10 días, y se puede llegar al diagnóstico en base a la clínica sin necesidad de pruebas de laboratorio.

El tratamiento de las gastroenteritis agudas que solemos recomendar en consulta consiste en:

  • Soluciones de rehidratación: siempre que se pueda debe intentarse la rehidratación por vía oral con soluciones que aporten electrolitos y glucosa, administradas en volúmenes pequeños y repetidos.

Sólo en caso de gastroenteritis agudas que cursen con deshidratación severa y/o vómitos persistentes, la reposición debe realizarse por vía intravenosa e iniciar la vía oral lo antes posible.

No se deben administrar como soluciones los refrescos, bebidas para deportistas ni preparados caseros porque suelen tener un alto contenido en azúcar y una osmolaridad elevada.

  • Dieta: en casos de deshidratación moderada es necesario suspender la alimentación durante unas horas, iniciándose lo antes posible. Si no hay deshidratación, la alimentación debe mantenerse igual que antes, evitando los alimentos refinados, grasos o ricos en azúcares.

Los niños que reciben lactancia materna deben continuar con ella, puesto que se ha observado que disminuye la intensidad y la duración de la diarrea.

Los que reciben lactancia artificial, no deben cambiar la manera de preparar los biberones. Por lo tanto, no está indicado diluir las fórmulas.

Las fórmulas sin lactosa deben reservarse a casos de diarrea prolongada o en caso de signos sugestivos de intolerancia secundaria a la lactosa.

  • Antieméticos (fármacos para la sensación de náuseas y vómitos): se usan en casos de vómitos persistentes.
  • Antibióticos: dado que la mayoría de las gastroenteritis son de origen vírico no son necesarios. Sólo se reservan en caso de disentería o diarrea acuosa severa de origen bacteriano o parasitario confirmado. En el caso de diarreas leves de etiología bacteriana tampoco estarían indicados puesto que no acortan el curso clínico y, además, pueden prolongar el periodo de portador de ciertos gérmenes como la Salmonella.
  • Antisecretores: algunos estudios muestran una mejoría con el uso de antisecretores en cuanto a una reducción en la frecuencia de las deposiciones y en la duración de la diarrea.
  • Probióticos: los beneficios de los probióticos se atribuyen a la normalización de la permeabilidad, mejora de la barrera, restauración de la microbiota y disminución de la inflamación intestinal. Son sustancias que no se absorben ni se digieren y estimulan el crecimiento de una o varias bacterias produciendo efectos beneficiosos. Los microorganismos más usados como probióticos pertenecen al grupo de bacterias de ácido láctico (Lactobacilus) y Bifidobacterium (PROBACTIS ENTERO KIDSâ), constituyentes de la microbiota humana normal. Parece que los beneficios son mayores cuanto más precozmente se administran en el curso de la enfermedad, acortando la duración del cuadro y disminuyendo el número de deposiciones.
  • Otros: los inhibidores de la motilidad intestinal, adsorbentes, vitaminas o minerales no se recomiendan de forma rutinaria en los países desarrollados.

La principal vía de contagio es la feco-oral por lo que es fundamental un adecuado lavado de manos, con agua y jabón o soluciones hidroalcohólicas, después del contacto con algún caso o con sus secreciones.

Es importante insistir, tanto a nivel familiar como en colegios y guarderías, en la necesidad de una adecuada higiene para evitar brotes en instituciones.

REFERENCIAS


– Bartolomé Porro JM, Vecino López R, Rubio Murillo M. Diarrea aguda.
Protocolos diagnósticos pediatría. 2023;1:99-108.

– A. Yalda Lucero. Etiología y manejo de la gastroenteritis aguda infecciosa en niños y adultos. Revista Médica Clínica Las Condes. Vol. 25. Núm. 3. Tema central: Infectología. Páginas 463-472 (Mayo 2014)

– A.M. Benéitez Maestre, F. de Miguel Durán. Gastroenteritis aguda. Pediatría Integral Nº1 – ENE-FEB 2015.

– Juan José Sebastián Domingo. Revisión del papel de los probióticos en la patología gastrointestinal del adulto. Gastroenterología y Hepatología. Vol. 40. Núm. 6. Páginas 417-429 (Junio – Julio 2017).

– Álvarez Calatayud G, Leis Trabazo R, Díaz Martín JJ. Modulación de la microbiota intestinal. Uso de probióticos y prebióticos en pediatría.
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